3 0 4 4 1
Diez
series que se vendieron en el hostal de la carretera que va desde Sagunto a
Valencia, “Los Carros”, casi todos los números, vendidos a gente de paso,
camioneros que se paran a comer o pernoctar tanto en el parking como en el
propio hostal. Los de la gasolinera de al lado, también han comprado este
número de Navidad, no todos claro.
El
burgalés, un camionero cuyo nombre de pila es Ramón, no es aficionado a comprar
lotería, ni a hacer quinielas, ni primitivas ni hostias de esas, como dice él.
Pero para estas navidades, el dueño del hostal ha regalado unos cuantos décimos
a clientes fieles, gentes que hacen parada siempre en su local.
-No
hombre, no hace falta que me hagas ningún regalo, ¡si ya estoy agradecido con
el trato que me das cada vez que vengo aquí…!
-Cógelo
joder que es una atención de la casa, no seas así coño, dame este placer Ramón.
-Vale,
pero que sepas que a mí estas cosas no me gustan, ya sabes como pienso sobre el
tema de las loterías y las rifas.
Es
un hombre al que no se puede definir como simpático ni tampoco antipático, es
un tío gris, de esos que no hace ruido en ningún sitio, que pasa desapercibido,
que lo saludan cuando entran los compañeros que lo conocen en los sitos, pero
que él responde siempre con un “¿Qué hay?”. Termina su bocadillo de tortilla de
patatas y cebolla sobre la mesa, con un plato de aceitunas que le han servido
junto a la jarra de cerveza, recoge con las manos las migas y las envuelve con
el papel de estaño, lo mete todo en la bolsa de plástico transparente, y
después del carajillo de ron, se va hacia el camión. Corre las cortinillas de
la cabina y se pone a escuchar la radio transistor, Radio Dial, nunca la cambia
de emisora.
El
camión es viejo de cojones, pero pasa las revisiones sin problemas, no piensa
en comprarse otro porque dentro de un par de años se jubila, demasiado tute
tantos años por esas carreteras, lleva a sus espaldas una muerte, la de un
ciclista que se le cruzó en una carretera y que no pudo esquivar, era bajada y
llevaba veinticinco toneladas en la caja del camión. De esto hace ya cinco
años, pero como hace el mismo recorrido casi a diario –ventajas de los
veteranos-, cuando pasa por ese cruce, lo revive de nuevo.
Me
cago en la puta, parece que haya matado a este hombre mil veces carajo –se
repite en voz alta cada vez que cruza por lo que ahora es ya una isleta, que
antes, cuando este suceso, no estaba construida. Tuvieron que morir unas
cuantas personas para que la hicieran, así de imbéciles y dejados somos los
humanos, tiene que suceder una catástrofe tras otra, hasta que nos convencemos
que aquello, –lo que quiera que sea-, hay que modificarlo.
Tiene
buen corazón el burgalés, ha menudo, está esperando para que le descarguen, y
se acerca a la cabina un camionero.
-Oye
burgalés, ¿te sabe mal que me descarguen a mí primero…? Es que tengo una carga
esperando en el polígono Roncero, y si no llego antes de las cuatro se lo dan a
otro.
Él
va y lo deja pasar, no sabe del cierto si es verdad o no, pero no sabe negarse,
a lo mejor es por eso que casi nadie le hace mucho caso cuando lo ve. Le
consta, que algunos lo ven como un pringado, pero eso a él no le importa, vive
y deja vivir es su lema, y sigue fiel a esa máxima.
“¡Cadena
Diaaaal!” se escucha anunciar por la radio, como cada día. En otras emisoras
están dando las noticias de los resultados de la lotería de Navidad. Vaya
mierda, ¿Cómo se puede tirar la gente toda una mañana entera, soportando a los
niños de San Ildefonso con la cantinela de los puñeteros números que sacan del
bombo? Mi Juanita también lo hacía, la pobre, esto y las zarzuelas, lo que más
le gustaba de todo, ¡anda que no le he comprado casetes de zarzuelas…!, y que
las cantaba todas la tía. Era fenomenal, sobre todo le gustaban las partes
cómicas, ja,ja,ja, cuanto nos hemos reído juntos… Si hubiera podido, le habría
hecho una casa en la playa, le gustaba mucho la zarzuela La Marina “No puede
ser esa mujer es buena, no puede ser una mujer malvada, no puede serrrr porque la
vi reír, porque la vi llorar, porque la vi sufrir”, como le gustaba
especialmente esta área.
-Hola
papá, ábreme vengo a traerte la ropa limpia…
-Vale
hija, sube, ten cuidado con el último escalón del rellano que se mueve mucho.
-¡Ya
lo sé papá, no es la primera vez que vengo he!
-No
hacía falta que vinieras hoy, no salgo de viaje hasta el lunes. Tengo el fin de
semana libre.
-Es
la costumbre, ¿te has enterado que ha salido el número de lotería del sitio
donde tu pasas a diario?
-Pues
no, ¿qué número es?
-El
30.441, ¡vaya suerte a quien le haya tocado! Si coincide con la serie son un
chorro de millones.
Ramón
hecha mano a la cartera, que lleva cerrada con una goma gruesa y saca el número
doblado de dentro del billetero.
-Mira
tú por donde hija, te ha tocado la lotería, toma para ti.
Miriam
no da crédito a lo que ve, número y serie, ¡el primer premio! Está nerviosa
como un flan, descuelga el teléfono para llamar a su marido al trabajo.
-He
Miriam, para. No llames desde aquí a nadie que no quiero líos, cuando llegues a
tu casa haces lo que quieras.
-Pero
papá… que eres millonario, ya te puedes jubilar, no tienes porqué trabajar más.
Ahora a descansar, a disfrutar de la vida…
-Yo
tengo todo lo que me hace falta hija. Tú eres millonaria, bueno, tú y tu
marido, dales a él y a tus hijos todo lo que no les has podido dar hasta ahora.
Cobra tú el billete, es mi regalo de navidad.
-No
papá, esto no puede quedar así, te vendrás con nosotros a una casa nueva.
Vivirás con nosotros, allí te podremos cuidar y darte lo que necesitas.
-Hay
hija mía, ven a darme un beso. Te lo agradezco de corazón, sé que lo haces con
toda la buena voluntad, pero… no, me quedo aquí, esta es mi casa, aquí he
vivido desde que me casé con tu madre, no me quieras cambiar de lugar. Y no
creas, estoy la mar de contento, por vosotros y por mí también, ves, a lo mejor
me lo pienso esto de dejar el camión, eso si que lo haré.
Los
jóvenes son impulsivos, y más en una circunstancia como esta, Miriam olvida
llevarse la ropa sucia de su padre, pero no importa, ahora tiene que disfrutar
del momento. Sale a toda prisa del piso de su padre, que también ha sido su
casa durante muchos años, hasta que se casó.
-Miriam,
solo te quiero dar un consejo, procura que nadie sepa que llevas este billete
en el bolsillo. Hazme caso y llévalo al banco, paga las deudas que puedas tener
y déjalo allí, a buen recaudo. No digas a nadie que te ha tocado la lotería,
hay gente que puede desgraciarte la vida para siempre, a mi me pasó una vez, y
todavía no he logrado olvidarlo.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario