CAMAS VACÍAS
Me
preocupa que en casa haya camas vacías, tiempo atrás estaban todas ellas
ocupadas, todas recibían el calor de un cuerpo durante la noche, todas recibían
la visita de los sueños, también de las pesadillas, estaban ocupadas, es
normal.
No
me importa que la casa se haya quedado más fría, a consecuencia de la ausencia
de gente, las casas son frías o calientes, en virtud de adonde están dirigidas
en relación al sol, eso no importa. Lo que importa, son los ruidos de la noche,
cuando oyes la puerta de una habitación que se abre, el uso del lavabo, los
sonidos de puertas que se abren y cierran durante la madrugada.
El
saber por la mañana, que allí duerme un hijo, en la habitación del fondo tu
hija, en tu cama tu mujer… Nadie puede impedir, que esto cree un vacío en el
alma, no me refiero a la soledad, la soledad en si misma es buena a veces, el
vacío que siento, es que no tengo de quién ocuparme.
Cuando
eres esposo y además padre, la vida cobra otro sentido, te invita a esta
preocupación constante, que lejos de ser una carga es una responsabilidad, es
un encargo, los hijos son rémoras que
deseas que estén a tu lado, nadie está suficientemente preparado, para
prescindir de ellas. Bucean contigo, te siguen donde tú vayas, comen de tu
alimento, las cuidas y te cuidan, limpian tus aletas para que sigas tu camino
sin estorbos, te estimulan, para que caces por ellas.
Cuando
después de determinado tiempo, vuelves la espalda, dejas de verlos, comienzan
su propio camino, a veces, calentando la misma cama de cuando eran pequeños,
pero dejan de hablarte, no sabes muy bien porqué, no encuentras razón para
ello. Te angustia este comportamiento, empiezas a preguntarte cosas, mil
cuestiones acuden a tu cabeza. ¿Me habré equivocado en algo, tendrán alguna
queja insospechada? Empiezas a caminar en círculos, todos te miran con
extrañeza, hasta tu mismo te miras al espejo, ¿en qué he cambiado?
No
encuentras respuesta y las buscas en otro lado, ahora, puede que estés
caminando sobre el filo de una navaja, preguntas a otra persona, ella se
encuentra igual que tú, no ha sabido asumir lo que considera un fracaso, lloras
sobre su hombro, ella sobre el tuyo llora, de pronto te encuentras en el centro
de un tornado, que con su poder no te deja pensar. Te despiertas en medio de
otras sábanas, de otra cama, una cama vacía porque no es la tuya. Corres hasta
tu casa, no miras atrás, es perjudicial, ahora sabes a ciencia cierta que el
error ha sido mayúsculo, te miras en el espejo y ves a un extraño.
Vas
a tu habitación y la encuentras vacía, la cama hecha, pero desnuda de persona
alguna, hace frío ahí, hay que salir de este lugar, te paras en mitad de la
casa, no escuchas ningún ruido, se te hiela la sangre, la casa está caliente
comparada con el interior de tu alma. Esperas pero nada cambia, comienzas a ver
que te has quedado solo, esas camas ya nunca van a volver a tener calor, nadie
va a dormir en ellas. Es entonces cuando tienes que mantener la mente fría,
comienza la interminable tarea personal, de acostumbrarte a dejar de sentir, ya
no ruidos, estos hace tiempo que han dejado de escucharse a pesar de prestar
atención en ellos, antes, te sentías acompañado por los murmullos, los grifos
que se abrían y cerraban... los armarios que contenían las prendas que cada
cual se ponía para salir a la calle.
Se
te pasa por la cabeza lo que hiciera en su día Hernán Cortés “quemar las
naves”, aunque de hecho no la quemó, las hundió con el fin de que nadie,
comenzando por él, pudiera plantearse volver al viejo continente. Sin embargo
¿Qué vas a quemar tú, que es lo que quieres hundir, si ya todo está hundido? Las
camas están vacías, si, se van congelando poco a poco, se van hundiendo en un
glaciar de desolación, son tragadas por este y echadas al mar, en la medida que este sigue su camino hacia
la costa. Lo peor es que llegadas allí, a pesar de ser de madera no flotan, son
engullidas por el océano, para terminar como simples pecios, testigos olvidados
de naufragios del amor.
¡Si
supiera quién ha sido el responsable de esta debacle…! No busques lejos, mírate
en un espejo y lo verás, ese es el responsable, por lo menos en buena medida,
no caben excusas, no valen pretextos ni justificaciones, se ido hinchando el
globo de la pasividad, de la omisión, de una atención necesaria, que debería
haber sido más constante, y más solidaria. Ahora, en la fría madrugada,
buscamos con los brazos extendidos dentro del cobijo de nuestro lecho, alguna
señal de vida, la parte de vida que creemos que nos corresponde, pues bien, si
no la encontramos, es porque no la merecemos. Es una de estas circunstancias de
la vida, que crudamente te enseña, que las cosas deben ser utilizadas con
cordura, que las camas solo son un medio para extendernos en cuerpo y mente,
desdoblándonos como corresponde a personas, que dicen ser capaces de saber,
para que sirve una cama.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario